La atracción y el contexto del buceo en pecios
El buceo en pecios combina aventura, historia y biodiversidad. Los cascos hundidos se transforman en arrecifes artificiales que atraen vida marina y despiertan la curiosidad de cualquier buceador. Antes de planificar una salida, conviene valorar el estado del barco, la profundidad, las corrientes locales y la experiencia del equipo. También es recomendable revisar cartas náuticas y consultar al centro de buceo sobre accesos, puntos de entrada y salidas de emergencia. Con esta información, la inmersión se vuelve predecible y las decisiones se toman con criterio.
Seguridad y planificación en el buceo en pecios
La seguridad nace en la formación específica. Una especialidad de naufragios aporta técnicas de navegación, gestión de sedimentos y uso de carretes para marcar la ruta. La regla es avanzar despacio, mantener contacto visual con la salida y abortar si la visibilidad se degrada. La comunicación por señales de mano o luz debe acordarse antes del descenso, estableciendo quién lidera y quién gestiona la línea. El control de gas es estricto: se aplica una reserva amplia para cubrir ida, vuelta y contingencias, y se evita cualquier penetración si falta entrenamiento o equipo.
Equipo, visibilidad y flotabilidad en interiores
Las zonas cubiertas concentran riesgos como estructuras cortantes, cables sueltos y espacios estrechos. Linternas primarias y secundarias, guantes y protección térmica adecuada reducen incidentes. La flotabilidad fina evita levantar limo, que nubla el retorno. Es preferible aleteo con patada de rana o modificada para no remover el fondo. Si aparece un pasadizo inestable, se observa desde el exterior; entrar sin una línea continua y sin redundancia de luz multiplica el riesgo. Una comprobación de equipo previa al ingreso ahorra problemas cuando la salida no es directa.
Respeto al patrimonio y a la vida marina
Muchos pecios son patrimonio cultural o lugares de especial sensibilidad. No se extraen objetos ni se alteran restos, y se mantiene distancia con colonias de corales, esponjas o peces residentes. La buena práctica consiste en dejar el sitio igual o mejor que como se encontró, evitando golpes de aleta sobre el casco y minimizando el contacto con superficies. Además de preservar la historia y el hábitat, este comportamiento cuida la seguridad: menos contacto implica menos enganches, cortes y sobresaltos durante la inmersión.
Fuente: Divers Alert Network